La ansiedad es una respuesta natural del organismo ante situaciones percibidas como amenazantes, pero cuando se vuelve desproporcionada o crónica, puede derivar en un trastorno. Comprender las causas de la ansiedad es esencial para abordarla de manera efectiva. A continuación, exploramos los principales factores que contribuyen al desarrollo de la ansiedad:

1. Factores genéticos

La predisposición genética desempeña un papel crucial en el riesgo de desarrollar ansiedad. Estudios en gemelos y familias han demostrado que ciertos genes pueden incrementar la vulnerabilidad a trastornos de ansiedad. Estos genes influyen en la forma en que el cerebro regula las emociones y responde al estrés. Sin embargo, es importante destacar que la genética no determina el destino: aunque se herede cierta predisposición, el entorno y las experiencias también son determinantes.

Investigación destacada: Un metaanálisis realizado en 2020 encontró que aproximadamente el 30-40% de la variabilidad en los trastornos de ansiedad puede atribuirse a factores genéticos. Esto significa que, aunque la genética tiene un impacto considerable, no es la única causa.

2. Factores biológicos

El cerebro y su química tienen un impacto directo en la ansiedad. Los desequilibrios en neurotransmisores como la serotonina, el GABA (ácido gamma-aminobutírico) y la norepinefrina están estrechamente relacionados con la regulación de la ansiedad.

  • Serotonina: Un nivel bajo de serotonina puede afectar la regulación emocional, aumentando la probabilidad de sentir ansiedad.

  • GABA: Este neurotransmisor tiene un efecto inhibidor en el sistema nervioso. Un déficit en su actividad puede hacer que el cerebro se mantenga en un estado de hiperexcitación, favoreciendo la aparición de la ansiedad.

  • Norepinefrina: Asociada con la respuesta al estrés, niveles altos de norepinefrina pueden desencadenar síntomas de ansiedad.

Además, investigaciones recientes sugieren que la amígdala, una región del cerebro involucrada en la percepción del peligro, podría estar hiperactiva en personas con ansiedad. Este exceso de actividad genera una reacción de alarma incluso en situaciones no amenazantes.

3. Factores ambientales

El entorno en el que una persona crece y vive influye profundamente en su nivel de ansiedad. Algunos desencadenantes comunes incluyen:

  • Estrés prolongado: Situaciones como dificultades económicas, conflictos laborales o responsabilidades familiares excesivas pueden aumentar los niveles de ansiedad.

  • Experiencias traumáticas: Vivir un evento traumático, como un accidente, abuso o pérdida repentina de un ser querido, puede dar lugar a trastornos de ansiedad como el trastorno de estrés postraumático (TEPT).

  • Ambientes familiares adversos: Un hogar marcado por el conflicto, la crítica constante o la falta de apoyo emocional puede predisponer a los hijos a desarrollar ansiedad en la vida adulta.

Impacto social: En la era actual, factores como la hiperconexión digital, la presión por el éxito y el miedo a la exclusión social han añadido nuevos estresores que pueden desencadenar ansiedad.

4. Factores psicológicos

La forma en que interpretamos el mundo y nuestras experiencias también juega un papel central en la ansiedad. Algunos patrones comunes incluyen:

  • Pensamientos catastrofistas: Percibir los problemas como insuperables o imaginar siempre el peor escenario puede aumentar la sensación de amenaza.

  • Perfeccionismo: Las expectativas poco realistas y la autoexigencia extrema generan un estado constante de insatisfacción y alerta.

  • Aprendizaje de modelos negativos: Crecer en un entorno donde se evitan los problemas o se reacciona con miedo puede influir en el desarrollo de respuestas ansiosas.

La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha demostrado ser especialmente efectiva para tratar este tipo de patrones, ayudando a las personas a reestructurar sus pensamientos y cambiar sus reacciones ante los estímulos estresantes.

Conclusión

La ansiedad es un fenómeno complejo que resulta de la interacción de factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos. Si bien no siempre es posible prevenirla, comprender sus causas nos permite desarrollar estrategias más efectivas para gestionarla y tratarla. Si estás enfrentando síntomas de ansiedad, es importante buscar ayuda profesional. Los enfoques combinados que integran psicoterapia, cambios en el estilo de vida y, en algunos casos, tratamiento médico, ofrecen excelentes resultados.

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